Amanece el viernes 30 de marzo de 2007
El tempranito es un ritual para mí, aunque al regreso voy a tener que adelantar dos horas mi reloj biológico para volver a engancharme con la realidad cotidiana paranaense.
Hoy las ocho me costaron... el campamento volante marcó una función con dos variables que crecen de la mano: intensidad de vivencias y cansancio, con una alta carga cada una.
La meta más alta para salir de la bolsa era mi pacífico café con leche, y así fue.
El día pinta no tan fresco, pero quizás algo nuboso. Esta situación se define en dos horas más.
Con la puntualidad que NO nos caracteriza, 8:50 hs. despertamos a la tropa.
Ya van cayendo al comedor con caras adormiladas, pelos revueltos y preguntas a flor de labio. "¿Cuándo nos vamos a San Martín?", ¿A qué hora volvemos?"
Digo yo... ¿Porqué viven a mil? ¿Porqué no vamos despacito, como descorriendo cortinas en esta obra que es la vida? Cortinas, pero de a una, y disfrutando lo que se descubre en cada paso.
Vivamos el desayuno y después veremos.
El dulce de leche está frente a mí en la mesa.... me corren.. me sacan... después sigo.
Myrta
Etiquetas: campamento y actividades
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